lunes, 16 de septiembre de 2013

el silencio está en la palabra




callar la boca y no enmudecer el silencio.
el silencio está en la palabra.

–los dragones aman las cosas inútiles.


ver a mi joven yo sólo una vez, de conversar con él, 

de escuchar su pensamiento.
debemos ser cautelosos acerca de lo que aparentamos ser.
salí, así lo espero,
de una vida grotesca.
la hora regresa 
al comienzo de la hora
 en que respiramos: como si 
nada fueran. como si yo 
no pudiera ver 
nada 
que no es lo que es.

lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia.
¿qué nos deparará el futuro? 
–otro pasado. 
nada
 tiene fin.






juliette gréco y Serge Gainsbourg from emilio rodríguez on Vimeo.

jueves, 22 de agosto de 2013

hasta una llave pertenece a la puerta que esclaviza




desde una certeza 
simple, como simples 
son los deseos, deseo 
que me mires las manos 
–¡qué no habrán asido!–
estas manos en mi cabeza.

donde nace esta famélica distancia, 
este alejarse de los dominios del sosiego, 
vive una palpitación remota, 
un trémolo esquivo. 


no tengo muy claro 
en el cuerpo que el alma 
no me haya cortado.


no tienen un fin mis pasos.




miércoles, 24 de julio de 2013

lo que viniera de bueno




lo que yo quería, 
y no puedo, 
es que todo lo que viniera de bueno desde mi adentro 
yo pudiera darlo a aquello a lo que perteneciera.
y yo, yo no logro juntar las sílabas
que me atrapen.
me sé, es cierto, soy
y aún sabiéndome
no me nombro.
no sé ya cómo se es.
y una especie completamente nueva 
de la soledad de no pertenecer 
empezó a invadirme 
como hiedras a un muro.
no queriendo verme en situaciones patéticas y, 
por una especie de contención, 
que evita el tono de tragedia, 
raramente envuelvo entonces 
con papel de regalo 
mis sentimientos.

qué lejos me hallo de todo.

y no tener a quién decirle: tome, es suyo, ábralo.


jueves, 18 de abril de 2013

promesas semipermanentes




te amaré
como 
el cuchillo 
ama
la vaina/
o
el martillo
al yunke.

te querré
como 
la vaina
protege 
al cuchillo/
o
el gatillo
la 
bala.



viernes, 15 de marzo de 2013

mi vergüenza infinita






así, de un golpe mudo en la vértebra/
o en la piel que mira indiferente un desierto desierto.

no tengo las palabras 
porque todas mis verdades son incompletas, 
holgadas en un ego oscuro y enfermizo.
uno teme no ser. 

sí, en un desierto, ahí estabas tú, 
sentada junto a los libros que ignoro/
yo inventé una ficción para que fueses todos los vergeles, 
pero nada brota envenenado.

dije que nunca escribiría algo así, 
y aquí estoy 
con mi presencia
para que me lo claves. 








martes, 26 de febrero de 2013

yo inventé una fábrica de seda






recorro esa frase como quien recorre un jardín
para que tú estés, para que algo ocurra en medio 
o corra el viento del revés depositando
en mis brazos una sirena ahogada. llena de juicio.

y eso es lo que he sabido ahora que no estás, eso
es lo que he sabido y eso repito mucho para que
todos los seres pobres y torpes de este mundo y
miserables se extingan en un brillo y vuelvan a ser
tú.

no, no así, tú eras tu cuerpo,
tú amabas algo como a partir de él, de lo que de
ti habitaba en él, dándole como mundo para ser,
como agua para germinar, porque un jardín no
está si no lo miras, pero si por fuerza del amor
sensorial los geranios afrutaban melocotones de
puro terciopelo del tic tac de tu tacto o la rosa
en verano levitaba en la rama hasta madurar un
corazón, eso no era para ti imaginación alguna,
era tu amor, y las cosas florecían, cómo decirlo,
las cosas florecían sumergiéndose en sus propios
emocionados colores. entonces lo que veían 
no eran las cosas,
sino lo que tú amabas. aunque tampoco era que
tú imaginaras los objetos, no es que tu cerebro,
como el del poeta polaco, se metamorfosease
en formas geométricas al pensar y diera luz al
mundo, no como un pulpo que entra lentamente
por el ojo de un aguja.


pues contigo era así: algo podía ser torpe o
inane, pero en torno a las cosas que veías crecía
una hiedra buena y cuando alguien se acercaba
a enjuiciarlas, ya estaba en cambio allí aquella
hiedra y sus pájaros unidimensionales.

nos pintamos los labios y comenzamos
a besar tus libros tan sólo con el labio superior,
sellando así tu inocencia con algo parecido a un bigote.

la quitanieves del sistema solar

-eso dijiste. así fue tu principio, no brotaste
de la costilla de neón rosa de adán,
sino que naciste de mí como una extrema solidaridad.
¿qué son los pájaros cuando la temperatura baja de cero grados
sus voces sumergidas en el sueño?
en definitiva, una sutil
dictadura consistente en botones dispersos por la piel de
las cosas.

lo más hermoso fue lo que tú imaginaste.





sábado, 16 de febrero de 2013

discurso sobre el silencio






hábito de mis hábitos, 
el mundo 
se muestra 
como el gran escenario 
de la verdad. la naturaleza 
como gran maestra. 

–como una jirafa es capaz de limpiarse 
la oreja con su propia lengua,
la fuente del conocimiento 
no está en los textos sino en las cosas.

–un mundo que nos regala una vuelta al sol cada año.

soy un animal para quien 
su existencia es un problema 
que tiene que resolver.

–la felicidad es secreta.




miércoles, 23 de enero de 2013

hasta ahora todo va bien





–lo salvaje no tiene palabras.
–una mirada como una pregunta.
–la historia es impredecible.
–la medida 
de un hombre 
es su imperturbabilidad.
en presencia,
en profundidad.

–ama hasta que duela,
donde seas uno con todo.
es un modo intenso y extremo 
de vencer tu creencia 
de que algunas cosas 
son buenas y otras malas 
en el mundo fenoménico.

–enfrentarse a enemigos insuperables.

ésta es la historia de un hombre que cae 
desde un edificio de cincuenta pisos. 
para tranquilizarse mientras cae al vacío,
no para de decirse: 

hasta ahora todo va bien, 

hasta ahora todo va bien, 

hasta ahora todo va bien. 






domingo, 20 de enero de 2013

pocos hombres


pocos hombres 
aman– 
durante mucho tiempo 
los viajes, 
esa ruptura perpetua 
de los hábitos, 
una continua conmoción 
de todos los prejuicios.

yo me había convertido 
en un interior, 
y paseaba– 
como por un interior; 
todo lo exterior 
se volvió sueño, 
lo hasta entonces 
comprendido, 
incomprensible.

quisiera 
no acariciar el cuerpo 
que amo, sino– 
ser la caricia
[nada contribuye 
tanto a tranquilizar 
la mente como 
un propósito firme]

yo ya no era yo, 
era otro, 
y precisamente– 
por eso, 
otra vez yo. 

a la dulce luz del amor, 
reconocí o creí deber reconocer 
que quizá el hombre 
interior–
sea el único 
que en verdad existe.