jueves, 22 de agosto de 2013

hasta una llave pertenece a la puerta que esclaviza




desde una certeza 
simple, como simples 
son los deseos, deseo 
que me mires las manos 
–¡qué no habrán asido!–
estas manos en mi cabeza.

donde nace esta famélica distancia, 
este alejarse de los dominios del sosiego, 
vive una palpitación remota, 
un trémolo esquivo. 


no tengo muy claro 
en el cuerpo que el alma 
no me haya cortado.


no tienen un fin mis pasos.