miércoles, 28 de marzo de 2012

minúsculas. así debéis ser.





de un irse 
de sí mismo a su recuerdo 
más azul, más hondo, más eterno... 
recuerdo 
que estabas hecha de recuerdos. 
escuchábamos 
arrastrarse lentamente 
el silencio acercarse 
en la premura del verde. brota 
y nace púa. 
lazo de almizcle 
que enreda la vaina de cardomomo. 
debí hablarte del engaño 
de las miradas sinceras
viajando en la dirección 
de mi miedo. del humo 
que al ensueño presta 
sus espirales. 
y las horas sin término de una lenta caricia; 
y el alma 
que se agobia 
con su propia delicia como 
lirio que muere 
vertiendo su nectario. 
entonces, alargamos las manos, 
palpamos la carne
deseada, nos la quedamos, 
y no queremos otro reino. 
pienso a veces que el mar 
es la nostalgia de lo que siempre está: 
nostalgia de nostalgia. pasajera
del eterno sabor de tu mirada esmeralda/
amante de palabras.










sábado, 3 de marzo de 2012

¿meteorito yo?





se balancea en el arpa eléctrica de morfeo. en los adentros –en la cueva donde el eco le acompaña los silencios–. el pájaro no sabe que hasta que deje de mover sus alas y caiga por los siglos de los círculos –un paso marcará el origen y el destino de un abrazo infinito–. sí, allí está el arpa y los adentros. también están caídos los colibríes eléctricos en su destino volado. porque eso eres tú. algo que está.


–los insectos bailan tumbados.


la diferencia es que escribo con el destino de cada uno de los hombres, de los hombres que tú ignoras. viviré solo para que exista la posibilidad del sí y la del no. yo soy en un punto suelo y abismo. a veces pienso en las cosas cómo están quietas.


soy todo menos la palabra de los hombres. por eso dije un día que eras tu cuerpo, y llenaba. 
mi forma de admirar al mundo consistió en domesticarlo, emplazándolo a algo cerrado, mío, imperturbable. algo que pudiera llevar conmigo y redundara. sin embargo y para mi sorpresa no ha ocurrido nada. nada redunda domesticado. yo reinaré por los signos de los signos. nací aquí, vértebra a vértebra, en el silencio. y fui niño.


desde que somos diálogo, sí, lo confieso, es solo la coartada para no salir culpable en el juicio de mi conciencia y en el de las montañas ajenas. yo le vengo bien a mis propósitos, contándome ficciones. me regalo al mundo desde que somos diálogo en los campos semánticos.