pero he aquí que llega satanás, el eterno rebelde, el primer librepensador y el emancipador de los mundos. avergüenza al hombre de su ignorancia y de su obediencia animales; lo emancipa e imprime sobre su frente el sello de la libertad y de la humanidad, impulsándolo a desobedecer y a comer el fruto de la ciencia.
se sabe lo demás. el buen dios, cuya ciencia innata constituye una de las facultades divinas, habría debido advertir lo que sucedería, sin embargo, se enfureció terrible y ridículamente: maldijo a satanás, al hombre y al mundo creados por él, hiriéndose, por decirlo así, en su propia creación, como hacen los niños cuando se encolerizan, y no contento con alcanzar a nuestros antepasados en el presente, los maldijo en todas las generaciones del porvenir, inocentes del crimen cometido por aquellos.
nuestros teólogos católicos y protestantes hallan que eso es muy profundo y muy justo, precisamente porque es monstruosamente absurdo. luego, recordándose que no era sólo un dios de venganza y de cólera, sino un dios de amor, después de haber atormentado la existencia de algunos millares de pobres seres humanos y de haberlos condenados a un infierno eterno, tuvo piedad del resto y para aliviarlo, para reconciliar su amor eterno y divino con su cólera eterna y divina siempre ávida de víctimas de sangre, envió al mudo, como una víctima expiatoria, a su hijo único a fin de que fuese muerto por los hombres. eso se llama el misterio de la redención, base de todas las religiones cristianas. ¡y si el divino salvador hubiese salvado siquiera al mundo humano! pero no; en el paraíso prometido por cristo, se sabe, puesto que es anunciado formalmente, no habrá más que muy pocos elegidos. el resto, la inmensa mayoría de las generaciones presentes y del porvenir, arderá eternamente en el infierno. en tanto, para consolarnos, dios, siempre justo, siempre bueno, entrega la tierra al gobierno de los napoleón tercero, de los guillermo 1, de los fernando de austria y de los alejandros de todas las rusias."
mijail bakunin | 1814-1876
texto propuesto por tarín covas. ser serendípico y amigo del alma.