callar la boca y no enmudecer el silencio.
el silencio está en la palabra.
–los dragones aman las cosas inútiles.
ver a mi joven yo sólo una vez, de conversar con él,
de escuchar su pensamiento.
debemos ser cautelosos acerca de lo que aparentamos ser.
salí, así lo espero,
de una vida grotesca.
la hora regresa
al comienzo de la hora
en que respiramos: como si
nada fueran. como si yo
no pudiera ver
nada
que no es lo que es.
lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia.
¿qué nos deparará el futuro?
–otro pasado.
nada
tiene fin.
juliette gréco y Serge Gainsbourg from emilio rodríguez on Vimeo.
desde una certeza
simple, como simples
son los deseos, deseo
que me mires las manos
–¡qué no habrán asido!–
estas manos en mi cabeza.
donde nace esta famélica distancia,
este alejarse de los dominios del sosiego,
vive una palpitación remota,
un trémolo esquivo.
no tengo muy claro
en el cuerpo que el alma
no me haya cortado.
no tienen un fin mis pasos.
lo que yo quería,
y no puedo,
es que todo lo que viniera de bueno desde mi adentro
yo pudiera darlo a aquello a lo que perteneciera.
y yo, yo no logro juntar las sílabas
que me atrapen.
me sé, es cierto, soy
y aún sabiéndome
no me nombro.
no sé ya cómo se es.
y una especie completamente nueva
de la soledad de no pertenecer
empezó a invadirme
como hiedras a un muro.
no queriendo verme en situaciones patéticas y,
por una especie de contención,
que evita el tono de tragedia,
raramente envuelvo entonces
con papel de regalo
mis sentimientos.
qué lejos me hallo de todo.
y no tener a quién decirle: tome, es suyo, ábralo.
te amaré
como
el cuchillo
ama
la vaina/
o
el martillo
al yunke.
te querré
como
la vaina
protege
al cuchillo/
o
el gatillo
la
bala.
así, de un golpe mudo en la vértebra/
o en la piel que mira indiferente un desierto desierto.
no tengo las palabras
porque todas mis verdades son incompletas,
holgadas en un ego oscuro y enfermizo.
uno teme no ser.
sí, en un desierto, ahí estabas tú,
sentada junto a los libros que ignoro/
yo inventé una ficción para que fueses todos los vergeles,
pero nada brota envenenado.
dije que nunca escribiría algo así,
y aquí estoy
con mi presencia
para que me lo claves.