–lo salvaje no tiene palabras.
–una mirada como una pregunta.
–la historia es impredecible.
–la medida
de un hombre
es su imperturbabilidad.
en presencia,
en profundidad.
–ama hasta que duela,
donde seas uno con todo.
es un modo intenso y extremo
de vencer tu creencia
de que algunas cosas
son buenas y otras malas
en el mundo fenoménico.
–enfrentarse a enemigos insuperables.
ésta es la historia de un hombre que cae
desde un edificio de cincuenta pisos.
para tranquilizarse mientras cae al vacío,
no para de decirse:
hasta ahora todo va bien,
hasta ahora todo va bien,
hasta ahora todo va bien.
pocos hombres
aman–
durante mucho tiempo
los viajes,
esa ruptura perpetua
de los hábitos,
una continua conmoción
de todos los prejuicios.
yo me había convertido
en un interior,
y paseaba–
como por un interior;
todo lo exterior
se volvió sueño,
lo hasta entonces
comprendido,
incomprensible.
quisiera
no acariciar el cuerpo
que amo, sino–
ser la caricia
[nada contribuye
tanto a tranquilizar
la mente como
un propósito firme]
yo ya no era yo,
era otro,
y precisamente–
por eso,
otra vez yo.
a la dulce luz del amor,
reconocí o creí deber reconocer
que quizá el hombre
interior–
sea el único
que en verdad existe.